sábado, 20 de febrero de 2021

La influencia de "Pogo el payaso" en los copycats

 



Los payasos y personajes parecidos han existido durante miles de años.

Históricamente, los bufones y los payasos han sido un vehículo para la sátira y para burlarse de las personas poderosas.

Proporcionaron una válvula de seguridad para desahogarse y se les concedió una libertad de expresión única, siempre que su valor como animadores supere la incomodidad que causaron a los superiores.

Los bufones y otras personas ridiculizadas se remontan al menos al antiguo Egipto, y la palabra inglesa "clown" apareció por primera vez en el siglo XVI, cuando Shakespeare usó el término para describir personajes tontos en varias de sus obras.

El ahora familiar payaso de circo, con su rostro pintado, peluca y ropa de gran tamaño, surgió en el siglo XIX y solo ha cambiado ligeramente en los últimos 1500 años.

“El mito” del payaso malvado tampoco es nada nuevo. En 2016, escritor Benjamin Radford publicado "Payasos Malos,” En el que traza la evolución histórica de los payasos hasta convertirse en criaturas impredecibles y amenazantes.

La personalidad del payaso espeluznante realmente se hizo realidad después del asesino en serie John Wayne Gacy fue capturado.

En la década de 1970, Gacy apareció en las fiestas de cumpleaños de los niños como "Pogo the Clown" y también pintó con regularidad dibujos de payasos. Cuando las autoridades descubrieron que había matado al menos a 33 personas, enterrando a la mayoría de ellas en el sótano de su casa en los suburbios de Chicago, la conexión entre los payasos y la peligrosa conducta psicopática quedó fijada para siempre en el inconsciente colectivo de los estadounidenses.

 

Luego, durante varios meses en 2016, payasos espeluznantes aterrorizaron a América.

Surgieron informes de al menos 10 estados diferentes. En Florida, payasos diabólicos fueron vistos acechando al lado de la carretera. En Carolina del Sur, según los informes, los payasos intentaban atraer mujeres y niños al bosque.

No está claro cuáles de estos incidentes fueron historias de payasadas y cuáles fueron intentos de secuestro realmente amenazantes. No obstante, los perpetradores parecen estar aprovechando el pavor primordial que muchos niños, y más que unos pocos adultos, experimentan en presencia de payasos.

Y es aquí en donde entramos en terrenos más interesantes…

 

El fenómeno de “efecto de imitación” o copycat comenzó a conocerse y a reconocerse a raíz del auge que tuvieron determinadas obras cinematográficas que trataban este asunto. Entre ellas destaca la película Copycat, de 1995, protagonizada por la actriz Sigourney Weaver. Ésta narra la historia de una experta en psicología criminal y asesinos en serie, quien es atacada por un asesino llamado Daryll Lee Cullum.

Esto provoca en la protagonista un miedo a salir de casa (agorafobia), por lo que queda recluida. Durante este período sucede una serie de asesinatos y ella se da cuenta de que el homicida está imitando a otros asesinos anteriores. Pero no nos desviemos del tema. (De esta muy recomendable película nos podremos ocupar en otro momento).



Como les decía; Tras el éxito rotundo de este tipo de películas, comenzó a analizarse en profundidad este concepto, pero no desde un punto de vista criminológico y psicológico, sino que se tomó como algo irreal que únicamente ocurría en el cine. Sin embargo, como se ha podido apreciar a lo largo de la historia criminal, esto no es así, ya que existen asesinos reales que imitan a otros por diversos motivos, . Por lo tanto, en esta nota podemos abogar por analizar el “efecto de imitación” desde un punto de vista criminológico y dejar aparte el tinte sensacionalista con el que se ha tratado, sobre todo en los medios de comunicación, para así dar a conocer una visión general de este concepto y el impacto que tiene en la realidad.

En el caso de los copycats o imitadores de John Wayne Gacy, existía el furor por la dualidad y ambivalencia psicológica del personaje de “Pogo”. Que tuvo desde luego su auge y su decadencia.


Pero ustedes nunca se preguntaron, ¿la razón por la que este asesino en serie eligió a un payaso como una de sus personalidades o alter ego?

Yo sí, muchas veces…

La psicología puede ayudar a explicar por qué los payasos, los supuestos proveedores de chistes y bromas, a menudo terminan enviando escalofríos por nuestras espinas.

Rami Nader es un psicólogo canadiense que estudia la coulrofobia, el miedo irracional a los payasos. Nader cree que las fobias a los payasos son alimentadas por el hecho de que los payasos usan maquillaje y disfraces que ocultan sus verdaderas identidades y sentimientos.

Esto es perfectamente consistente con la hipótesis de que es la ambigüedad inherente que rodea a los payasos lo que los hace espeluznantes.

Parecen felices, pero ¿lo son realmente? Y son traviesos, lo que pone a la gente en guardia constantemente.

Las personas que interactúan con un payaso durante una de sus rutinas nunca saben si están a punto de recibir un pastel en la cara o de ser víctimas de alguna otra broma humillante. Las características físicas altamente inusuales del payaso (la peluca, la nariz roja, el maquillaje, la ropa extraña) solo magnifican la incertidumbre de lo que podría hacer el payaso a continuación,

Ciertamente hay otro tipo de personas que nos asustan. Puedo tener una lista que superan los dedos de mis manos.

Como sea, la influencia que John Wayne Gacy ejerció sobre los psicópatas iniciados (o en potencia), sigue persistiendo después de décadas.

 

 Redacción: Baldra Torres

 

 

sábado, 13 de febrero de 2021

Ted Bundy ( Y la pregunta que seguimos sin responder después de tantos años)

 



Desde la cultura griega hasta nuestros tiempos hemos formado, transformado y evolucionado en nuestra forma de vincularnos con el mundo y con el otro por medio de la palabra y del discurso.

Desde una perspectiva filosófica se podría afirmar que el “Otro” es todo aquello que nos excede y al mismo tiempo nos constituye, y desde una perspectiva psicoanalítica lacaniana, se podría afirmar que el “Otro” es el discurso, la palabra, el acto, los gestos, la intención y… En esa intención es donde entra la categoría de Asesino Serial.

Ted Bundy mató a treinta y seis chicas hasta su última detención, la que culminó en su pena de muerte, condenado a la silla eléctrica, el 24 de enero de 1989.

Fue un claro ejemplo de un psicópata con fachada perversa. Encantador, elocuente, inteligente, un candidato indiscutible al éxito y un hábil manipulador.

Dedicó su vida a conseguir su goce y adjudicó la culpa a lo ajeno, en su caso a la pornografía.

Su gran capacidad para fingir ser un ciudadano modelo lo llevó a matricularse en varias universidades, consiguiendo grandes méritos en ellas. Militó en política y trabajó como voluntario en una línea de ayuda a mujeres, formó pareja en dos ocasiones, con chicas jóvenes y hermosas.


Ted, fingió ser un individuo socialmente destacado y elocuente hasta el día de su juicio.

De aquí partimos para situar a este personaje en uno de los mejor situados en los niveles de maldad, de la que nos hablan en uno y más programas y series de televisión.

Dicen que las apariencias engañan. Esta máxima que , no por repetida hasta el hartazgo abandona ese cetro de la sabiduría popular que la ha eternizado.

Este enero pasado se cumplieron  32 años de la ejecución de Ted Bundy en la silla eléctrica, ese joven apuesto que se convirtió en uno de los mayores asesinos seriales de los Estados Unidos sin acarrear ningún rasgo que denotara su temible condición.

Sabemos que fue un buen camuflaje para cometer el horror. Se sabe, pues, que  el hábito no hace al monje, (otra vez retomamos el refrán popular).

Pero…¿Cuál es el rol de la “psique” de un reo con un prontuario confeso que incluye el asesinato de más de treinta mujeres?.

Bundy se llevaba muy bien con cada una de esas aseveraciones instaladas que hacen al patrimonio del argot popular que siempre esconde una buena dosis de verdad. 

Apariencia intelectual. Hábito de niño bien. Así era. Eso representaba. Pero, 

Siempre aterrizamos en las preguntas que tal vez no respondamos jamás…

¿Los asesinos seriales nacen o se hacen?

Un padre desconocido. Una madre que aparentó ser hermana por muchos años, (también si se quiere víctima de las circunstancias).

Tal vez… La violencia en el hogar de crianza, Un amor no correspondido. No, no... No es la fórmula del crimen, no lo creo yo al menos, no sé ustedes. Pero desde mi perspectiva estos no son los materiales con los que se construye un criminal.

Se trata del universo de un ser humano esperpéntico, diría Valle Inclán.

Un monstruo con piel de cordero, enfermo psicopático, un manipulador, un mentiroso… Si, pero no, de ninguna manera alguien que haya tenido una sola causa de origen de su maldad.

Theodore Robert Cowell Bundy, el famoso Ted que sembró el pánico en las mujeres de su época, el personaje en el que se sostuvo la crónica policial, el ensayo literario, el cine documental y la ficción inspirada en la realidad.

Theodore Robert Cowell Bundy, el perverso que pensó en Dios cuando despertó luego de haber cometido su primer asesinato (según sus propias palabras).

 Aquella imagen no fue suficiente para sembrar la culpa y el arrepentimiento. Ese Dios, su Dios, no logró hacerle vencer el derrotero de furia, resentimiento y despecho que este sujeto tenía hacia las mujeres.

Sé que pueden pensar y argumentar que hay algo más que eso y estoy de acuerdo, los artículos, documentales, series, películas, libros y toda la memorabilía que este personaje ha inspirado a través de los años me confirman cada vez que reparo en él…

No existe mejor ejemplo de maldad pura, de incapacidad de empatía, de sadismo y de decadencia del ser humano que Ted Bundy.

 Redacción: Baldra Torres

 

jueves, 11 de febrero de 2021

La serie de Netflix acerca de Elisa Lam

 




Casi siempre cuando de series, ya sea de Netflix, Prime o cualquier empresa se trata, tengo mis personales reservas.

Si se trata de un tema de crimen real, o si se apunta hacia una cuestión que engloba complejidades misteriosas.

Pero esta vez, creo que la experiencia resultó además de interesante, buena, informativa y satisfactoria.

La historia de la desaparición y posterior descubrimiento del cadáver de Elisa Lam, llegó a la pantalla de Netflix este miércoles y generó revuelo por desentrañar el misterioso caso que en 2013 dio la vuelta al mundo y generó teorías desde conspirativas hasta detectivescas, lo mismo que un furor extra, debido a que la historia sucedió precisamente en el legendario Hotel Cecil, famoso por sus historias extrañas y personajes enigmáticos que de alguna manera estuvieron relacionados a él.

Desde el mismísimo Richard Ramírez (El acosador nocturno), hasta la bellísima y desafortunada Elizabeth Short (La Dalia Negra).

La historia se volvió viral en 2013 por un video que la policía revelara y que mostró a la víctima minutos antes de desaparecer.

Desde ese momento todos sabemos que ya tiene un punto de inflexión.


Lo interesante del documental, radica precisamente en que además de la narración de hechos ya conocidos, afronta de manera imparcial, las visiones de diversos personajes y protagonistas de la historia.

Todos sabemos que en el inicio todos vimos (o quisimos ver), desde una perspectiva misteriosa.

El miedo y preocupación genuinos, la simpatía que desde el principio despertó en la mayoría esta chica de 21 años atrapada en esta terrible circunstancia. Nos mantuvo en vilo hasta el descubrimiento de su cadáver. Lo que después ocurrió no solo cambió la vida de su familia, pero como pudimos ver, también la de muchos involucrados, en los que personalmente, yo misma no había reparado.

Aunque conocí el caso desde el principio y siempre me interesó su desarrollo, nunca lo investigué a fondo lo confieso.

Me había quedado como la mayoría (creo yo), con la mejor versión… La del morbo conspirativo.

Sin embargo, cabe aclarar que hay muchas cuestiones que considero han sido por demás interesante saber.

De principio, el análisis a fondo de la condición psicológica de Elisa, su personalidad que para nada pudiera dirigir la investigación hacia un posible suicidio, pero si a la considerable situación de stress y su patrón de conducta.

Por otro lado, la nada imposible teoría de que sus medicamentos y orientación emocional hubiera estado en primera causa.

Las cuestiones externas que también juegan un papel importante.

La ralentización del video, aunado a la circunstancia psicológica, deja (al parecer), sin lugar a duda un signo de interrogación inmenso.

Y salva de algún modo la confusión del examen forense que de principio generó tanta duda.

Para finalizar, debo decir que rescato también de esta serie, el darle a Elisa la dimensión de víctima y de ser humano excepcional. De una chica que luchó por ser y tener una vida dentro de su circunstancia médica ¨normales¨, que tenía sin lugar a duda un futuro prometedor y una personalidad de luz. Que simplemente fue víctima de las circunstancias y el entorno. (De ese nos ocuparemos en otra nota), pero que nos ayudó a visualizar las dimensiones de muchas cuestiones que hoy vale la pena poner en cuestionamiento.

Elisa Lam, era hija de emigrantes de Hong Kong en las afueras de Vancouver, Canadá. Había sido diagnosticada con trastorno bipolar y depresión. Pero fuera de eso, tuvo en la vida de muchos de nosotros un papel importante. Nos enseñó que la empatía es real y aún existe, y que la capacidad de las redes sociales a veces puede rebasar (y no debe), la capacidad del ser humano de construir y destruir.

En paz descanse Elisa Lam, y que su familia encuentre la paz y la serenidad que necesitamos todos aquellos que sabemos lo que es la pérdida de un ser amado.

Al final… Todo se redujo a eso.

 

Redacción: Baldra Torres

martes, 9 de febrero de 2021

¿Será que nuestra fascinación con crímenes reales es un problema psicológico?

 


Desde los antiquísimos "Forensic Files", hasta las nuevas series de Netflix, como la muy recomendable "The mind of Aaron Hernandez", un deportista excelente con un futuro prometedor que eligió asesinar en lugar de tener una vida envidiable ... Levanto la mano y lo reconozco, soy una adicta.


Por razones que ni yo misma puedo entender, los documentales sobre crímenes se han convertido en mi opción automática para relajarme, pasar de largo en la cotidianidad y también para el análisis de muchos de mis cuestionamientos profundos.


Comprendo que para muchos fans del "true crime" esas expectativas son diferentes.

Pero lo mejor de esto es que no soy la única, hay muchos y mejor entendidos que yo en este mundo oscuro.

Algunos psicólogos advierten del riesgo de glorificar a asesinos infames y de olvidarnos de sus víctimas con esas transmisiones, algunos mas osados ​​señalan que existen riesgos de "contagio", de ideas y conductas ... Otros han acusado a los programadores de estas series o programas de ser selectivos con la evidencia que presentan. Pero ...


¿Será que nuestra fascinación con crímenes reales es problemática?



A decir de la psicóloga británica Emma Kenny, que frecuentemente aparece en los documentales sobre crimen, concuerda que tenemos una tendencia al ser "fisgones" con atracción por el lado más oscuro de las cosas.


Ella señala de la prevalencia del crimen y el horror en otras formas de entretenimiento, incluyendo los dramas que vemos y los libros que leemos.


Emma Kenny dice que ver shows, series, documentales de crimen puede disparar reacciones químicas en nuestro cuerpo mientras miramos, al tiempo que reafirmamos nuestros puntos de vista morales sobre lo que está bien y lo que está mal.


Explica que el interés en el género no es para nada malo, pero hace una advertencia a las personas, incluyéndome a mí, contra ver demasiado de esto.


"Creo que para cualquier persona que vea este tipo de cosas, de veras debe saber por qué lo está mirando, me parece. Porque no vas a querer insensibilizarte demasiado",


"Es mejor pasar la vida en torno a personas buenas que hace cosas buenas, exponiéndote a lo mejor que tiene el mundo para ti ... nunca deberíamos perder la sensibilidad ante el horror".


Yo en verdad opino que es cuestión de gustos y medidas de precaución. Nunca he tenido más clara la diferencia entre una mente enferma y una cotidianidad en gustos y selecciones.


Pero si para otros la advertencia sirve ... Yo lo dejo a tu criterio. ¿Qué opinas?




Redacción: Baldra Torres

lunes, 8 de febrero de 2021

Jeffrey Dahmer era fanático de "Stars Wars" (La guerra de las galaxias)

El Emperador Palpatine, conocido también como Darth Sidious, es uno de los Sith más poderosos de la historia.


Ascendió al poder ocultando sus verdaderas intenciones al mismísimo Consejo Jedi, y se hizo con el control de la galaxia, creando a Darth Vader, creando el Imperio, y sometiendo a todo aquel que osara cuestionar su poder.

Lo que no contaba la trilogía original, pero sí que dejó entrever la trilogía de precuelas y el universo expandido de libros y cómics, es que Palpatine, como todo Sith, tuvo un maestro: Darth Plagueis, el Sabio. Lucas, el creador de la historia, nos lo contó  en 'La venganza de los Sith': un caballero Sith capaz de burlar a la muerte e incluso influir en los midiclorianos para crear vida.


Palpatine aprendió dicho poder, asesinó a su maestro y se sirvió de ello para, no solo burlar a la muerte, sino crear vida a su antojo. 

Este singular personaje imaginado, era el favorito de Jeffrey Dahmer, “El carnicero de Milwaukee”.

Jeffrey sentía auténtico placer viendo el interior de un cuerpo humano. Le excitaba sobremanera despedazar y masturbarse sobre él. Pero más tarde todo escaló de manera increíble. Al punto de que ya no solo era una cuestión fetichista, si no poder y control absoluto.

Cada crimen tenía un fin en sí mismo: dominar completamente a sus víctimas. Como lo hacía el Emperador Palpatine en el Retorno del Jedi de ‘La Guerra de las Galaxias’.

Su admirado personaje era malo, corrupto, poderoso y tenía la capacidad de usar poderes especiales para gobernar a otros. Y Jeff se identificó de forma exacerbada con él.


Palpatine, que encarnaba a la perfección su fantasía de poseer control absoluto ( Jeffrey hasta se compró unas lentillas amarillas parecidas a las que llevaba en las películas).

 Y en el delirante centro de poder que proyectaba, las lámparas de globos azules que lo iluminarían tenían que dotar al ambiente de «una atmósfera misteriosa y oscura (…) como en las películas del jedi».

 

Supongo que todos coincidiremos en que alguien que idolatra la trilogía de los Stars Wars, (me incluyo), tiene una cierta patología cinéfila… Pero que además sea un depravado asesino lo deja a uno intranquilo puesto que despierta la sospecha de que cualquiera que tenga de avatar a Darth Vader o Han Solo podría ser un necrófilo antropófago.

¿Se le pueden poner a uno los pelos de punta no lo creen?

Tal vez… La vida era mucho más fácil cuando nos convencían de que los homicidas jugaban al rol o eran simplemente adictos a los videojuegos.

Redacción:

Baldra Torres

La diferencia entre un "asesino serial", y un "asesino en masa"

 ¿Por qué alguien mata? Por qué lo hace dos, tres o más veces, con un mismo patrón de conducta. ¿Es el robo un motivo suficiente? Cuando un asesino en serie actúa, la sociedad se siente sacudida por lo inexplicable, y los expertos en violencia y comportamientos humanos buscan respuestas. (García y Álvarez, 2006)




El fenómeno humano y social del asesino en serie es algo muy complejo que resulta difícil de definir. No obstante, para enfocar con cierta claridad la figura del asesino en serie en los textos del discurso de la prensa, tenemos que plantear primero el concepto o la definición del asesino en serie.

Para observar las características de esta clase de asesinos (aunque cada asesino concreto constituya un fenómeno particular con características propias), conviene también presentar algunas de las tipologías trazadas por los expertos. Siguiendo, en primer lugar, a Eric Hickey (Serial Murderers and Their Victims, 1986), se debe trazar una clara diferencia entre el “asesino de masas” y el “asesino en serie”.

Ambos causan un número más o menos elevado de víctimas, pero la manera de actuar es muy diferente. El asesino de masas mata a un grupo de personas en un breve espacio de tiempo y en un lugar específico (una escuela, un parque, una calle, una tienda, una vivienda, etc.).


El asesino en serie va cambiando de lugar y escoge sus víctimas (normalmente una cada vez) en momentos más o menos distantes (pudiendo pasar semanas, meses o incluso años entre un crimen y el siguiente). Por otro lado, el asesino de masas suele ser liquidado por la policía, se suicida o se entrega después de su actividad mortífera. Mientras que el asesino en serie opera de una manera oculta y se esconde de la persecución de la policía. Puede transcurrir mucho tiempo hasta que es detenido. Puede llegar incluso a desaparecer sin lograr ser detenido y morir de muerte natural .

El asesino de masas actúa normalmente por un arrebato de locura buscando una “venganza” ante una situación de supuesto desprecio, abuso o marginación. El asesino en serie, en cambio, suele actuar planificando meticulosamente su asesinato, procurando no dejar pistas y escapando lo más pronto posible.

 

Si pasamos ahora a precisar el concepto de “asesino en serie”, podríamos partir de un esquema más o menos estereotipado que proviene de los medios policiales y que ha entrado a formar parte del imaginario colectivo tras haberse popularizado a través del cine, de los seriales de televisión y de las novelas policíacas. Según este esquema, el asesino en serie se identifica normalmente con un agresor masculino que, impulsado por obsesiones de carácter sexual (traumas, frustraciones, etc.), decide violar y matar a mujeres o a muchachos jóvenes, incluso a niños, siguiendo un plan determinado de actuación con el que pretende burlar la persecución de la policía. Los medios sensacionalistas contribuyen a difundir este esquema dramatizándolo al máximo y haciendo del asesino en serie una figura monstruosa y perversa que mata a sus víctimas de una manera brutal o de una manera controlada para satisfacer sus obsesiones, y para causar terror y espanto entre determinados sectores de la población de una ciudad o de una región.

 


Esta concepción estereotipada del asesino en serie que comete sus crímenes por motivos sexuales, no es siempre real ni aceptable, porque también existen asesinos en serie “silenciosos” que actúan de una manera solapada y oculta sin ejercer ninguna violencia sanguinaria movidos por otras motivaciones y persiguiendo otro tipo de objetivos. Aquí podemos situar, por ejemplo, a las “viudas negras” que envenenan o hacen desaparecer a sus maridos para convertirse en herederas de sus bienes. Hay que incluir igualmente a las personas que se ocupan de cuidar ancianos y que, una vez que se han ganado su confianza, los eliminan simulando una muerte natural, para obtener su herencia o su dinero. Los asesinos de ancianos pueden ser también médicos o enfermeras que actúan en los hospitales. La eliminación puede deberse a motivos “humanitarios” (para acabar con una dolorosa enfermedad, por ejemplo).

 

Debemos proponer, por lo tanto, una definición más general y más abierta. Será llamado asesino en serie el hombre o la mujer que durante un espacio de tiempo más o menos largo ha matado un mínimo de tres o cuatro víctimas impulsado por motivaciones de tipo diverso.

 Los crímenes cometidos suelen presentar normalmente uno o varios puntos en común, ya sea porque el asesino escoge el mismo tipo de víctimas, o emplea un método parecido, o ya sea porque el móvil de sus crímenes es siempre el mismo. El lugar donde cometen los crímenes puede ser un barrio o una ciudad determinada, o también un país o varios países por donde el asesino va viajando para buscar nuevas víctimas y escapar de la persecución policial.

 

Redacción:

Baldra Torres


viernes, 5 de febrero de 2021

Jeffrey Dahmer "El carnicero de Milwaukee" (Cuarto capítulo de nuestra tercera temporada)

 

En 1991, Nirvana encabezaba las listas, George H.W. Bush estaba en la Casa Blanca y la ciudad de Milwaukee perdió su inocencia.


 

El 23 de julio, algo aterrador, casi inimaginable, sucedió dentro del departamento 213 en North 25th Street.

 

Como una cinta transportadora asesina, la policía de Milwaukee comenzó a sacar partes del cuerpo, cajas de ellos, junto con ácido, una olla grande y un refrigerador que olía como nada que la policía hubiera encontrado antes. 


 

Un hombre llamado Jeffrey Dahmer entre 1987 y 1991 atrajo, drogó y luego asesinó a 16 hombres y niños de entre 14 y 33 años. Algunos los estranguló, otros experimentó, tratando de mantenerlos con vida pero en un estado similar a un zombi perforando un agujero en sus cabezas y luego vertiendo ácido clorhídrico o agua hirviendo en sus cráneos para obtener una gratificación sexual retorcida.

 

 

El nombre de Dahmer se convirtió casi de la noche a la mañana en sinónimo del tipo de maldad retorcida que el país nunca había visto antes.

 

 

 

Y, por supuesto, existía la incertidumbre para los miembros de la familia de todos esos jóvenes y niños que desaparecieron, una incertidumbre que finalmente se convirtió en la horrible comprensión de lo que les había sucedido a sus seres queridos.

 

“En el fondo de mi mente sabía que mi hermano tenía que haber sido uno de ellos”, dijo Steven Thomas.

 

 

\no los devolvería, pero justo antes de que el juez sentenciara a Dahmer a 957 años, los miembros de la familia pudieron dirigirse al hombre que se había hecho conocido como el "monstruo de Milwaukee".

 

 


"Ciertamente es parte de la historia de Milwaukee, y nadie quiere que sea parte de su historia que tuvo un asesino en serie llamado Jeffrey Dahmer que terminó matando a 17 personas, 16  en el área de Milwaukee"

 

Podría haber habido más víctimas si no hubiera sido por Tracy Edwards. El 22 de julio de 1991, Edwards logró escapar de las garras de Dahmer y llevó a la policía de regreso a su apartamento, donde hicieron su espantoso descubrimiento.

 


Sus víctimas nunca sabrían que el hombre que las drogó, las estranguló y en algunos casos las comió, se encontraría con la justicia en prisión. El 28 de noviembre de 1994, Dahmer fue asesinado a golpes solo dos años después de entrar en prisión.


Redacción

Baldra Torers

Albert De Salvo "El Estrangulador de Boston" (Tercer capítulo de nuestra tercera temporada)

 


Boston en los años 60 era una ciudad tranquila en la que pocas veces ocurría algo notable. Pero entre 1962 y 1964, esta calma se vio perturbada por el asesinato de trece mujeres, trece víctimas que, aparentemente, no tenía nada en común.

 

 


El modus operandi de este criminal siempre era el mismo: asaltaba a mujeres solas entrando en sus casas mediante el engaño y las estrangulaba siempre utilizando el mismo nudo. Esta era su “firma”. La marca que unió todas las historias y puso en alerta a la ciudad de Boston. Cualquiera podía ser el estrangulador de Boston, todos los hombres eran sospechosos. Los asesinatos no cesaban. Mientras, la policía, se encontraba perdida y sin saber qué hacer.

 

Poco después, un hombre, Albert DeSalvo reconoce a su compañero de celda que él es El estrangulador de Boston, que él es el autor de esos crímenes. La policía no tenía ningún indicio de que DeSalvo pudiera ser el asesino pero, para demostrarlo, éste comienza a relatar todos los detalles de cómo acabó con la vida de aquellas mujeres. Inmediatamente Albert DeSalvo fue juzgado y llevado a prisión. Seis años después fue encontrado muerto en la enfermería de la prisión. Sin ningún culpable.

A día de hoy no está del todo claro que DeSalvo fuera el verdadero estrangulador de Boston pues en ocasiones parece que aquellos crímenes fueron cometidos por más de un asesino…

 

 

 

 

Albert De Salvo. El estrangulador de Boston era un personaje que encajaba perfectamente en la sociedad, alguien, tan carismático que incluso logró que una de sus víctimas le tomara té con él antes de ser asesinada… Pero cuya lasciva y deformada psicopatía hacía que sus actos finalmente denigraran, deshumanizaran a sus víctimas, haciendo lucir a los cadáveres como con formas sexualmente sugestivas y adornadas, después de haber sido asesinadas de muchas de ellas de manera brutal.

 

 


Nadie hubiera podido imaginarle de la forma en que realmente era, y eso hizo que durante muchos años incluso se dudara de que la policía hubiera aprehendido al verdadero estrangulador, y hasta hoy día hay una seria discusión al respecto.


Baldra  Torres

Redacción. 

 

Richard Ramírez "El acosador nocturno" (Segundo capítulo de nuestra tercera temporada)

 

La crueldad humana es impresiónate y suele sobrepasar los límites de lo racional, para convertirse la base de la personalidad de un asesino serial.

 


 

 Ricardo “Richard” Leyva Ramírez, nació el 29 de febrero de 1960 en la localidad del El Paso, Texas.

Asimismo, su mente macabra lo hacía autodenominarse adorador de Satán ante sus víctimas haciéndolo gozar de un boom mediático. Mantuvo sumido en el terror a la población de Los Ángeles durante 1985.

Un asesino serial maligno Su infancia estuvo marcada por las más crueles imágenes de la Guerra de Vietnam, suministradas por uno de sus primos quien la vivió en carne propia y que llenaron su mente de un macabro gusto por lo mórbido.

 


 

Con su cinta favorita de ACDC en el walkman, el “Night Stalker” (acechador nocturno, como lo bautizó la prensa) salía a la calle y elegía a sus víctimas, se colaba en sus hogares para desatar sus fantasías de muerte.

Modus operandi Féminas de cualquier edad eran su blanco preferido, luego de robar y registrar sus casas las ataba para violarlas vaginal, anal y oralmente; dejando sus cuerpos inertes con rastros de golpizas brutales.

 


Cabe destacar que, las víctimas de Ramírez se enmarcaban entre los ocho y ochenta años, nadie estaba a salvo.

Los cadáveres encontrados tenían pentagramas dibujados con pintalabios, golpes, mutilaciones salvajes a cuchillo, o incluso sin ojos.

Cobertura mediática Durante su búsqueda los medios se evocaron a darle tiempo y espacio lo cual reafirmo sus deseos den matar

No obstante, Ramírez fue capturado por civiles, tras intentar robar un coche, en el revuelo un joven lo reconoció por los retratos hablados que circulaban.

Final tras las rejas Acusado de cuarenta y cinco cargos, trece de asesinato, Richard Ramírez recibe la condena de diecinueve penas de muerte.

Finalmente, se encontraba en el corredor de la muerte y falleció en la cárcel de San Quentin a los 53 años.

 

En Demente Abierta Podcast te invitamos a conocer la historia de un delincuente con el nivel de maldad más alto, de que se tenga registro en California, un hombre que mató y violó sin remordimiento a muchas mujeres.



 

El asesino del zodiaco (Primer capítulo de nuestra tercera temporada)

 

Aunque no todos los asesinos en serie anhelan su momento público de gloria, el Asesino del Zodiaco de California ciertamente sí lo hizo. Se aprovechó de la publicidad porque sabía que los homicidios eran el punto culminante del drama humano y suponían una excelente venta en los medio de comunicación.

 


De hecho, hay paralelismos clave entre el corto reinado del Asesino del Zodiaco y su lejano hermano de sangre victoriano, Jack el Destripador. Ambos casos han permanecido sin resolver y son dos de los asesinos en serie más reiterados en los anales de la historia del crimen. Han dado lugar a numerosas teorías de la conspiración y a muchos sospechosos, y ambos maniacos buscaron a la prensa para hacer oír su voz.

 

La particularidad de uno de los asesinos en serie más famosos de la historia era enviar cartas a la policía relatando sus asesinatos. Confesó en una carta el asesinato de 37 personas, pero solamente fueron confirmadas 7 de ellas: cuatro hombres y tres mujeres.

 


Las autoridades nunca pudieron revelar su identidad, pero se supo que era un hombre blanco, corpulento, de pelo castaño, de entre 20 y 30 años. Una de sus características era que poseía una gran inteligencia y tenía conocimiento en lenguajes cifrados.

 Te invitamos a escuchar la historia desde nuestro punto de vista.



Baldra Torres


Nuestra tercera temporada (Dedicada a asesinos seriales)

 


La figura del asesino serial ha inspirado series, películas, canciones y miles de homenajes omnipresentes en el entretenimiento. Por lo general este tipo de anti-héroes ejercen una atracción mórbida y bipolar en el público; nos repugnan y nos provocan miedo, pero consumimos con fervor cualquier producto cultural basado en sus personas.

Para la radio, la televisión y la prensa escrita, los casos de los “asesinos en serie” constituyen siempre un tema de noticia muy especial, porque estos casos sorprendentes, que ocurren en el mundo complejo de la actualidad, rompen de una manera impactante y horrible el orden normal de la vida. Escogiéndolos como tema de información, los medios ofrecen al público el trágico y desconcertante espectáculo de la muerte violenta de unos seres humanos con los que puede fácilmente identificarse el lector o el telespectador. La perversa ejecución (sanguinaria o silenciosa) de las víctimas elegidas por el criminal se convierte también, “ipso facto”, en un motivo de indignación para el gran público, o en un motivo fascinante de proyección de las pulsiones de agresividad que operan en lo más oscuro del inconsciente. Informando sobre el comportamiento de los asesinos en serie, los medios de comunicación contribuyen a alimentar el interés popular por lo terrorífico y lo truculento, y a cultivar el miedo y la inquietud ante la posible repetición de casos similares. Hay que señalar, por otro lado, que la información sobre este tipo de crímenes puede generar entre la población la exigencia de una mayor protección policial y una demanda de leyes más duras contra los asesinos.

 


Conviene precisar también que el fenómeno del asesino en serie no empieza a existir con la sociedad industrial moderna. Como nos lo muestra el mito bíblico de Caín y Abel, el crimen es tan antiguo como la humanidad, aunque el nombre de “asesino en serie” sea más o menos reciente. El crimen es algo que proviene de la animalidad irracional que pervive en el interior del ser humano. Éste se afirma, en efecto, como tal, encauzando y superando el dinamismo instintivo de su “lado oscuro” (lo que Freud llama el “Inconsciente”, donde operan las pulsiones irracionales de la libido y de la agresividad; Jung, por su lado, designa el inconsciente individual con el nombre de “la Sombra”). Si el individuo humano, en lugar de afirmarse como conciencia libre en diálogo con el otro, cede a las pulsiones de la animalidad agresiva e instintiva, puede entonces provocar la muerte del otro o de muchos “otros” a los que considerará un obstáculo o un instrumento para satisfacer sus obsesiones o apetencias.

 

Te invitamos a adentrarnos en esas mentes y estos personajes enigmáticos en la tercera temporada de Demente Abierta. Un podcast para amantes del misterio y el crimen verdadero.



Redacción

Baldra Torres

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