El Emperador Palpatine, conocido también como Darth Sidious, es uno de los Sith más poderosos de la historia.
Ascendió al poder ocultando sus verdaderas intenciones al
mismísimo Consejo Jedi, y se hizo con el control de la galaxia, creando a Darth
Vader, creando el Imperio, y sometiendo a todo aquel que osara cuestionar su
poder.
Lo que no contaba la trilogía original, pero sí que dejó entrever la trilogía de precuelas y el universo expandido de libros y cómics, es que Palpatine, como todo Sith, tuvo un maestro: Darth Plagueis, el Sabio. Lucas, el creador de la historia, nos lo contó en 'La venganza de los Sith': un caballero Sith capaz de burlar a la muerte e incluso influir en los midiclorianos para crear vida.
Palpatine aprendió dicho poder, asesinó a su maestro y se
sirvió de ello para, no solo burlar a la muerte, sino crear vida a su antojo.
Este singular personaje imaginado, era el favorito de Jeffrey
Dahmer, “El carnicero de Milwaukee”.
Jeffrey sentía auténtico placer viendo el interior de un
cuerpo humano. Le excitaba sobremanera despedazar y masturbarse sobre él. Pero más
tarde todo escaló de manera increíble. Al punto de que ya no solo era una cuestión
fetichista, si no poder y control absoluto.
Cada crimen tenía un fin en sí mismo: dominar completamente a
sus víctimas. Como lo hacía el Emperador Palpatine en el Retorno del Jedi de
‘La Guerra de las Galaxias’.
Su admirado personaje era malo, corrupto, poderoso y tenía la capacidad de usar poderes especiales para gobernar a otros. Y Jeff se identificó de forma exacerbada con él.
Palpatine, que encarnaba a la perfección su fantasía de
poseer control absoluto ( Jeffrey hasta se compró unas lentillas amarillas parecidas
a las que llevaba en las películas).
Y en el delirante
centro de poder que proyectaba, las lámparas de globos azules que lo
iluminarían tenían que dotar al ambiente de «una atmósfera misteriosa y oscura
(…) como en las películas del jedi».
Supongo que todos coincidiremos en que alguien que idolatra
la trilogía de los Stars Wars, (me incluyo), tiene una cierta patología cinéfila…
Pero que además sea un depravado asesino lo deja a uno intranquilo puesto que
despierta la sospecha de que cualquiera que tenga de avatar a Darth Vader o Han
Solo podría ser un necrófilo antropófago.
¿Se le pueden poner a uno los pelos de punta no lo creen?
Tal vez… La vida era mucho más fácil cuando nos convencían
de que los homicidas jugaban al rol o eran simplemente adictos a los
videojuegos.
Baldra Torres
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