Boston en los años 60 era una ciudad tranquila en la que
pocas veces ocurría algo notable. Pero entre 1962 y 1964, esta calma se vio
perturbada por el asesinato de trece mujeres, trece víctimas que,
aparentemente, no tenía nada en común.
El modus operandi de este criminal siempre era el mismo:
asaltaba a mujeres solas entrando en sus casas mediante el engaño y las
estrangulaba siempre utilizando el mismo nudo. Esta era su “firma”. La marca
que unió todas las historias y puso en alerta a la ciudad de Boston. Cualquiera
podía ser el estrangulador de Boston, todos los hombres eran sospechosos. Los
asesinatos no cesaban. Mientras, la policía, se encontraba perdida y sin saber
qué hacer.
Poco después, un hombre, Albert DeSalvo reconoce a su
compañero de celda que él es El estrangulador de Boston, que él es el autor de
esos crímenes. La policía no tenía ningún indicio de que DeSalvo pudiera ser el
asesino pero, para demostrarlo, éste comienza a relatar todos los detalles de
cómo acabó con la vida de aquellas mujeres. Inmediatamente Albert DeSalvo fue
juzgado y llevado a prisión. Seis años después fue encontrado muerto en la
enfermería de la prisión. Sin ningún culpable.
A día de hoy no está del todo claro que DeSalvo fuera el
verdadero estrangulador de Boston pues en ocasiones parece que aquellos
crímenes fueron cometidos por más de un asesino…
Albert De Salvo. El estrangulador de Boston era un personaje
que encajaba perfectamente en la sociedad, alguien, tan carismático que incluso
logró que una de sus víctimas le tomara té con él antes de ser asesinada… Pero
cuya lasciva y deformada psicopatía hacía que sus actos finalmente denigraran,
deshumanizaran a sus víctimas, haciendo lucir a los cadáveres como con formas
sexualmente sugestivas y adornadas, después de haber sido asesinadas de muchas
de ellas de manera brutal.
Nadie hubiera podido imaginarle de la forma en que realmente
era, y eso hizo que durante muchos años incluso se dudara de que la policía
hubiera aprehendido al verdadero estrangulador, y hasta hoy día hay una seria
discusión al respecto.
Baldra Torres
Redacción.
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