Explorando el Enigma: La Desaparición de los Hermanos Sodder en el Misterioso Incendio de 1945
y las autoridades concluyeron que los cinco niños murieron en el incendio. Sin
embargo, la falta de pruebas concretas y el desconcierto de los padres, George
y Jennie Sodder, pronto dieron lugar a teorías y preguntas sin respuestas.
Uno de los aspectos más intrigantes de este caso es la ausencia de restos humanos en el lugar del incendio. A pesar de la intensidad del fuego, no se encontraron huesos ni restos de los niños desaparecidos. Este hecho alimentó las dudas de los Sodder y de aquellos que se interesaron por el caso, generando teorías que van desde la posibilidad de que los niños fueran secuestrados hasta la especulación sobre su participación en un programa de protección de testigos.
El caso de
los Hermanos Sodder ha sido objeto de numerosas investigaciones independientes
y especulaciones a lo largo de los años. Las fotografías familiares, las cartas
anónimas y los relatos de testigos han mantenido viva la llama de la intriga,
desafiando la versión oficial de los hechos.
Los Sodder intentaron en vano que la policía y el FBI abriesen una investigación sobre el caso. Intentando ellos mismos buscar pistas sobre el posible paradero de sus hijos, dieron con tres testigos que aseguraban haber visto a los cinco niños después del incendio: una mujer de Fayetteville que los vio en un coche durante la misma noche del incendio; la camarera de un bar de carretera a cincuenta millas de su casa que afirmó haberlos visto acompañados de varios hombres a la mañana siguiente al fuego; y la recepcionista de un motel en Charleston, Carolina del Sur (a 700 kilómetros de distancia), que afirmó que los niños se habían alojado en su establecimiento una semana después del incendio, acompañados por dos hombres y dos mujeres que hablaban italiano, quienes viajaban en un automóvil con matrícula de Florida y se mostraron en extremo reservados y recelosos, impidiéndole hablar con los pequeños. Además, un conductor de autobús que pasó por delante de la casa de los Sodder durante la noche del incendio afirmó haber visto lo que parecían “bolas de fuego” lanzadas contra el tejado de la vivienda. Los Sodder, tras entrevistarlo, concluyeron que se trataba de algún artefacto incendiario y que ese fue el ruido sordo que había escuchado Jennie antes que se desatara el siniestro. Los Sodder también contrataron a un detective privado para buscar otras pistas. El investigador descubrió algunos hechos curiosos, como, por ejemplo, que el mismo vendedor de seguros que había discutido con George Sodder formaba parte del comité que había declarado muertos a los niños. Los Sodder, ya al borde de la desesperación, llegaron a ofrecer una recompensa de 10 mil dólares por cualquier noticia que condujera al hallazgo de los pequeños, pero todo fue inútil. No volvieron a saber nada sobre sus cinco hijos.
Tendría que
llegar el año 1968 para que el caso sumara otra misteriosa arista. A la casa de
la familia Sodder, a nombre de Jennie Sodder, llegó una carta que contenía una
fotografía de un joven veinteañero, moreno y de ojos oscuros, que en su parte
posterior llevaba una críptica inscripción, la cual decía: “Louis Sodder. I
love brother Frankie. Ilil Boys. A90132 (o 35)”. Las autoridades opinaron que
aquello era una broma de mal gusto, pero los Sodder creyeron que aquel podía
ser de verdad su hijo Louis Erico, uno de los cinco niños desaparecidos, y
enviaron a un detective a Kentucky, donde había sido sellada la carta, pero no
se obtuvieron resultados. El joven de aspecto italiano de la fotografía jamás
pudo ser identificado.
Los Sodder
siempre creyeron que sus hijos habían sido víctimas de una red de adopciones
ilegales, aunque otros barajaron también la posibilidad de que el secuestro de
los niños había sido obra del crimen organizado, no sólo por el origen italiano
de la familia, sino también porque George Sodder era dueño de varios camiones
de transporte de carbón y el transporte por carretera era un sector que
tradicionalmente, en esa parte del país y en esa época, estaba controlado por
la mafia.
George
Sodder, después de años de incertidumbre y sufrimiento, fallecería en 1969, al
año siguiente de que llegara a su casa la misteriosa fotografía de su supuesto
hijo Louis. Su esposa Jennie moriría veinte años más tarde, en 1989. Sus hijos
y nietos continuaron la búsqueda emprendida por el matrimonio, pero sin éxito.
Hoy, casi
ocho décadas después, el misterio de la desaparición de los Hermanos Sodder
persiste. ¿Qué sucedió realmente aquella fatídica noche de Navidad en 1945?
¿Fueron los niños víctimas del fuego, o existe la posibilidad de que hayan
llevado a cabo una escapada planeada? Este caso sigue siendo un recordatorio
sombrío de cómo la verdad puede quedar envuelta en las sombras del misterio,
desafiando a generaciones de investigadores y manteniendo viva la llama de la
incertidumbre.
Redacción: Baldra Torres
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